Ascendidos al grado de Cabos el 14 de Febrero de 1934, fuimos distribuidos Castañón y Burgoa al Regimiento “Ayacucho” 8 de Infantería y Luis Andrade Jemio y Quintín Peñaloza al Regimiento “Rocha” 31 de Infantería. Los Cabos Castañón Ortiz y Burgoa Tornero, trasladados al R.I. 8, no pudieron presentarse ante el Comandante del Regimiento, pues el Coronel había viajado a Villa Montes y se entrevistaron con el Comandante del Segundo Batallón, Teniente Gualberto Villarroel.
Recibidos por este valiente oficial, a quien le dijimos que éramos estudiantes del Colegio Ayacucho el uno y el otro del Colegio La Salle, mostró honda satisfacción, pues dijo que en todo el Regimiento no había ni diez estudiantes. Con Hugo Burgoa siempre recordábamos el fulgor brillante de sus ojos verdes, de mirada impositiva y su manera de castigar dando “cocachos” en la cabeza de soldados flojos, con el cabello totalmente rapado, al ras.
Quiso enviarnos a dos Compañías separadas. El cabo Castañón le rogo que nos destinara a una sola Compañía por tratarse de dos verdaderos amigos, compañeros de sufrimientos y de alegrías.
Altamente comprensivo, nos dijo: “Si Uds. son estudiantes, deben tener algo que leer. Hace meses que no leo nada. Si me proporcionan algo que leer, los destinaré a una sola Compañía y hasta a una sola Sección”. De inmediato el Cabo Castañón se bajó su mochila dentro de la que guardaba como oro una novela “El Judío Errante” de Eugenio Sue, en dos tomos, los que a la sazón se hallaban en mal estado, casi deshojados. Brilló su mirada de satisfacción y, de inmediato, llamó al “furriel” del Batallón y dispuso nuestro destino a la Segunda Compañía. Burgoa como Sub Comandante del tercer grupo. La Compañía estaba al mando del Tte. De Reserva Luis Belmonte Camacho.
Desde ese día, pudimos admirar el sistema de defensa implantado personalmente por el Teniente Villarroel. A lo largo del espacio que teníamos que cubrir, existían, con mantenimiento diario, cuando no había combates, tres líneas: el “velo” donde paraban guardia tres centinelas; luego un espacio de 100 metros más o menos limpio de “monte”, al medio del cual hizo trabajar “posiciones” con tres frentes, con tres troneras, donde se instalaban tres ametralladoras pesadas y , por último, luego de otro campo de otros 100 metros limpios de monte, la verdadera “línea” donde paraba toda la Compañía. En la misma forma para las otras dos compañías: primera y tercera. Las tres Compañías formaban el Segundo Batallón, al mando del Tte. Gualberto Villarroel (…).
Quien escribe estos recuerdos, ha trabajado más de diez años en el Ministerio de Gobierno. En 1943, cuando ejercía el cargo de Secretario General, siendo Ministro el My. Edmundo Nogales Ortiz, fue comisionado para llevar a firma de S.E. el Sr. Presidente de la Republica, My. Gualberto Villarroel DOS o TRES Decretos Supremos de urgencia. Cuando fue recibido, lógicamente no fue reconocido. Pero cuando le hizo recuerdo de la novela “El Judío Errante” de Eugenio Sue, de inmediato recordó aquella circunstancia, siendo abrazado y estrechado en sus brazos, larga y cordialmente, pues dijo que guardaba esa novela, ya empastada. Fue una escena altamente emotiva.
Artículo extraído por el Tcnl. DEM. Yasmani Dalton Alcocer ALvarez, del periódico “Ultima Hora”, proporcionado gracias a la gentileza del Dr. Luis Antezana Ergueta
Periódico “Ultima Hora” de fecha 11-JUN-95, escrito por el Sargento y Benemérito de la Guerra del Chaco José Castañón Ortiz.
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